No sé qué pasa. Paso demasiado tiempo ocupando un asiento que no se mueve más allá de un azulejo. Que explora interminablemente un cuadro de 20 cm por lado.
No estaría mal dejar atrás las cajas de cartas, los libreros llenos de historias que hasta ahora sólo han hecho que sueñe más y viva menos. No estaría mal probar las bolitas de arroz en Tokio, fotografiarlo todo, subir montañas, caminar sin detenerse, sin rumbo, sin estar perdido –no volver a perderse. Y trabajar cuando se pueda en lugar de vivir cuando se pueda, trabajar viviendo, lo suficiente, lo necesario. Escribir, dibujar, ver y preservar. No estaría mal coleccionar cafeterías, pegar sus tarjetas en una hoja y cuando las hojas pesen, enviarlas a casa, al lugar a donde siempre se puede volver, siempre y cuando no lo dejes.
No sé qué pasa. Tal vez es la primavera. Ver las Jacarandas caer sobre el cristal del auto. Todo es culpa de las abejas, de los felinos ligeros que se van al primer destello de oropel.
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