Friday, February 20, 2015

Acabo de leer: I am terrified by this dark thing that sleeps in me.
Y estoy segura que por mucho tiempo lo hubiera tomado como una afirmación de mi misma. Lo intenté hace un momento pero no pude, no tomó forma, sonó a mentira. Creo que perdí esa parte oscura que me llenaba. Tal vez sólo está adormecida y me guiñe cuando hago un comentario irónico o me río de algún chiste trágico.

¿Cómo se pierde algo así? tal vez se quedó olvidada en alguna cama, tal vez la entregué, sacrificada, para sobrevivir un ataque de pánico o simplemente se agotó. Tal vez necesita tiempo para volver a crecer. La imagino redonda y gomosa, de la misma textura que la pintura magnetizada, que se mueve un poco a veces, cuando algo la altera.  

Tal vez por eso no seré Anaïs ni Sylvia, aunque encuentre mis ideas reflejadas en sus textos tan frecuentemente. Tal vez por eso no encuentro el Norte -ni el Sur, Este u Oeste- ni tengo antojos grandiosos de vida; la pasión y la obsesión están definitvamente atados a esa oscuridad y sin ella, una parte tan mía se vuelve transparencia. No sombra, no luz, sólo faltante. Esa oscuridad me permitió tantas horas de conversación y noches de insomnio musical; textos en voz alta y arrebatos de lágrimas dulces. Era mi locura. Ahora la locura es otra cosa, más ligera, más enferma, menos pura.

Tal vez por eso tengo las manos frías.

Sunday, February 8, 2015

Daría un barco en bandeja de plata, con velas tan fuertes como para resistir todos los viajes que deseas emprender. Mapas desplegables a convertirse en caminos por todos los senderos que quieres recorrer.
Dices que viviremos en Oaxaca y que estudiaré textiles en Puebla, y por un momento las miradas de nuestras vidas imaginadas se empalman. A veces podría darlo todo por dormir apoyando la cabeza en tus manos. Tengo vacíos y puedes perderte en ellos cada que busques un espacio en silencio. Hay voces hablando en mi oído desde que tengo memoria, desde que empece a recordar; puedes tomarlas con los dedos y extenderlas, convertirlas en ovillos para tejer una colcha.
Tengo un presagio en la mano a precio de cambio y dibujo espirales jalando la cuerda de lo que conservo y rompo.
La mujer amputada se sienta a un lado mío y cada que noto sus vacíos recuerdo haberlo preguntado y tiemblo. No sé dónde perdí las mariposas. Un día me pinté de rojo y cayeron. Estos gusanos caídos me piden unas lágrimas para volar de nuevo, unas lágrimas para regenerarse; yo sólo puedo darles palabras, ahora.

¿Podré también yo disfrutar el baile desnudo o seré simplemente la que espera?