Tuesday, May 13, 2014

Ya no importa qué escriba ahora que todo vuelve a ser ficción,  
Escribir con el corazón lleno es como ver el mundo siempre con lentes de sol.

Monday, May 12, 2014

Reflexiones de un corazón raro

Algún día de marzo

[...] Pero si tuviera la manera de decirte lo que quiero y de tenerlo, creo que quisiera un día entero. Despertar junto a ti, quitarte el sueño de los ojos, besarte hasta que salga el sol. Hacer café. Comer pan dulce como si fuéramos fotografía alemana y luego meternos al agua. Olerte limpio. Sentir el jabón en tu piel. Caminar por la casa en calcetines. Darle de comer a las plantas. Leerte unos versos mientras corriges otros, ver cómo pasa la tarde hasta meternos en la cocina. Abrazarte por detrás. Morderte la nariz. Intentarlo, por lo menos. Cerrar los ojos en tu espalda, abrazarla para darle la vuelta al mundo. Distraernos en tareas de la casa, hacer la colada, barrer, acomodar los sillones y los libros de la sala; sacar al gato. Ver alguna película tonta contigo a un lado hasta quedarnos dormidos y despertar para hacer el amor de esa manera intensa que los amantes hacen cuando se han quedado dormidos en los brazos uno del otro, como si durante el sueño la cercanía hubiera hecho que sus brazos y piernas confundieran a quién pertenecían. Respirar en tu oreja, besarte el cuello. Quiero que no haya nadie más, que no suene el teléfono ni lleguen los mensajes ni pensemos en el mundo; solo por día. Quiero quitarte las lágrimas de los ojos y abrazarte hasta que no haya más angustia ni dudas ni dolor. Me las puedo quedar yo. Puedo guardarlas en la caja fuerte que tengo en el corazón, donde guardo todo lo que no quiero que se vaya y duele. En donde estás ahora mismo, intentando averiguar la combinación para irte y no volver.

Reflexiones de un corazón raro


23 de enero 2014

Tal vez si escribo los recuerdos, si los dejo aquí, entonces no me seguirán. No tendré que cargarlos con la esperanza de no olvidarlos. Los grandes eventos, las acciones para impresionar; eso es sencillo recordarlo. Lo que me da miedo olvidar es la cotidianidad. Bailar en tu cuarto escuchando Beirut; moverte el pelo de lugar cuando hablábamos abrazados; escuchar la lluvia desde la almohada; calificar exámenes y la mirada y la sonrisa de complicidad que me dabas, esa mirada que decía: estás aquí; estamos aquí. Imagino que no se puede avanzar sin dejar atrás la cotidianidad. Se pueden guardar los grandes actos que parecen de pronto impersonales pero esos pequeños, ese todos los días: si guardáramos esas memorias, si las recordáramos constantemente como se hace cuando se ama, no soportaríamos el peso. Cuando amamos, lo pequeño, lo obvio, lo discreto; es el combustible del amor. Y para dejar de amar entonces sí, hay que hacer una fogata con todas estas páginas: quemarlo todo y calentarse mientras el fuego arde, dejar que se extinga, sin importar lo que tarde; echar agua a las flamas solo hace que las hojas tarden más en descomponerse. Hay que dejar que todo se vuelva ceniza y cuando todo sea polvo, hay que dejar el que viento se lo lleve en un torbellino negro. Solo entonces se puede seguir adelante.

Sunday, May 4, 2014

Irte no es suficiente, debes marcharte. Entrena tu corazón como a un perro, cambia las cerraduras de tu casa, la que él nunca visitó. Eres afortunada, una chamaca afortunada. Tienes un departamento a tu tamaño, una bañera llena de té, un corazón del tamaño de toda Arizona, pero no está ni cerquita de estar seco.
No eches pa’ tras tu desafortunado pasado, tus problemas son marionetas de papel maché que hiciste o compraste porque el vendedor del mercado estaba tan terco que tuviste que tenerla. Tuviste que tenerlo. Y lo tuviste. Y ahora derrumbas el puente de tu casa, haces llamadas antes de que él venga, tomas a un amante, a uno que te mire como si fueras mágica. Haces de la primera botella que consumes una reliquia. No pierdas demasiado peso. Las mujeres estúpidas siempre intentan desaparecer como venganza. Y tú no eres estúpida. Amaste a un hombre con más manos que un desfile de mendigos. Corazón como una cama con dosel. Corazón como un lienzo. Corazón que gotea algo tan fuerte que pueden olerlo desde la calle.
” 
 
—  Frida Kahlo.