Acabo de leer: I am terrified by this dark thing that sleeps in me.
Y
estoy segura que por mucho tiempo lo hubiera tomado como una afirmación
de mi misma. Lo intenté hace un momento pero no pude, no tomó forma,
sonó a mentira. Creo que perdí esa parte oscura que me llenaba. Tal vez
sólo está adormecida y me guiñe cuando hago un comentario irónico o me
río de algún chiste trágico.
¿Cómo se pierde algo así? tal vez se quedó olvidada en alguna cama, tal vez la entregué, sacrificada, para sobrevivir un ataque de pánico o simplemente se agotó. Tal vez necesita tiempo para volver a crecer. La imagino redonda y gomosa, de la misma textura que la pintura magnetizada, que se mueve un poco a veces, cuando algo la altera.
Tal vez por eso no seré Anaïs ni Sylvia, aunque encuentre mis ideas reflejadas en sus textos tan frecuentemente. Tal vez por eso no encuentro el Norte -ni el Sur, Este u Oeste- ni tengo antojos grandiosos de vida; la pasión y la obsesión están definitvamente atados a esa oscuridad y sin ella, una parte tan mía se vuelve transparencia. No sombra, no luz, sólo faltante. Esa oscuridad me permitió tantas horas de conversación y noches de insomnio musical; textos en voz alta y arrebatos de lágrimas dulces. Era mi locura. Ahora la locura es otra cosa, más ligera, más enferma, menos pura.
Tal vez por eso tengo las manos frías.