En
mi cuarto hay una ventana que tiene una cortina y en los días que
llueve y hay viento, la cortina se mueve y hace frío y dan ganas de
apretar las cobijas -la sábana, la cobija y el edredón- para hacer como
si la cama fuera un huequito de forma exacta al cuerpo. Y me gusta
cuando pasa eso.
Y
estaría bien que hoy llegara la lluvia y moviera todo, para hacerme
huevito. Pero no llega y hace calor de ese que hace la ropa pesada y
tibia. No hay peor nada que lo tibio.
Porque
ya lo decía Millás que hay que arder, que la fiebre es el mejor estado,
que hay que ver el mundo con ojos desesperados. Y lo tibio es justo lo
contrario.
Hay que arder, arder, arder.
Hay que arder, arder, arder.