Friday, September 24, 2010

Dad

I remember how you read that story and made me cried; you held me in your arms like you hadn’t in a while and told me it would all be fine. How you were proud to send me on my way, even if it wasn’t on a motorbike. I remember thinking that I was a part of your friends’ crowd; I too was making new roads and new friends, I too had killed a bird.

Wednesday, September 22, 2010

Adiós

Recargué la espalda al sillón, relajé la pierna que me molesta y te miré. La mueca en tus labios se ocultó tras el vaso de whisky. Te veías tranquilo, sin preocupaciones. Con esa mirada que no soporto más.

—Debes irte—dije con la voz serena. Dejaste el vaso en la mesa y dijiste no con la cabeza.

—Te obligaré—insistí. Me miraste y sonreíste. Nunca te irías, el sillón es demasiado cómodo.

Tomé la escopeta de detrás del respaldo, la apoyé en tu mentón y disparé. Era la única forma, no me dejaste alternativa. Odio enamorarme de las voces en mi cabeza.

Tuesday, September 7, 2010

Se acabaron el mezcal y la horchata, pero quedó la nostalgia. Y el tequila. Y las ganas de gritar en un oído que si tu no vuelves, vendrá una estrella a hacerme compañía. Dicen que tiene mota en las venas y que el trance le va bien. Y ella lo sabe, que de adicta y borracha no la baja el señor de la esquina, que hasta el de los helados la sabe Violeta. Pero el limonero del jardín sigue dando ácido para bajar lo amargo de los caballitos y el mar sigue siendo salado para romperle los labios. Y sangra cada vez con las navajas en la piel que cortan al no sentir una mano cerca; el filo se resbala rompiendo las células que están igual muertas. Y dicen que el plateado no va con los colores cálidos, pero es así y no hay más. Y ella lo sabe, que tiene atole en las venas y el camafeo vacío, la memoria enredada y el corazón de un hilo. Pero es lo que hay, es lo que les dice cuando grita desde el balcón preguntando ¿te quedas o te vas? en la ridícula necesidad de crear en su vida una versión de musical barato. De escenario improvisado con telón de sábana vieja y butacas de cemento. Se fueron terminando las botellas una a una y el miedo siguió ahí, acurrucándose con la decisión y el falso valor, jugándose una mano de cartas con la muerte y la desdicha. Ella las mira a todas de reojo y, desde lo más profundo de su lógica pérdida suspira—Parece linda, hasta la visten de Catrina—