Tener ganas de cuentos de hadas y de hojas flotantes, de partículas que vuelan y brillantes bordados sobre negro. De no dejar de perderse en calles de ladrillo, de seguir levantando enredaderas para encontrar puertas que quieren ser abiertas.
Seguir a los petirojos y a los conejos.
Y empezar a tejer bufandas en medio verano; lanas coloridas y tan largas que salgan de mi ventana y crezcan por la ciudad, guías flourescentes en las líneas del teléfono que suben unos pisos y te encuentran. Tejer hasta que las habitaciones se inunden de trenzas mullidas y almohadones rococó.
Y luego, dormir.
Thursday, June 7, 2012
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