Wednesday, July 28, 2010
Sirenas
La Luna estaba roja y teníamos la piel manchada de dorado y negro. Los pies mojados debajo de la arena y la nostalgia vibrando en cuatro cuerdas. Te dije que de pequeña me daba miedo entrar al mar y convertirme en espuma. Me miraste con extrañes y entendí que no sabías de qué hablaba. Que lo disperso del comentario era falto de lógica y, por lo tanto, alejado de tu mundo. Que no lo comprendieras fue triste y maravilloso al mismo tiempo; descubrí entonces que el tipo de locura que rodeaba mis ideas era aún desconocida para ti. Que la enfermedad que me acosaba no te pertenecía y eso la hacía amigable. Tus brazos se acercaron a mi cuerpo. Y quise quererte más que nunca.
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