Dices que viviremos en Oaxaca y que estudiaré textiles en Puebla, y por un momento las miradas de nuestras vidas imaginadas se empalman. A veces podría darlo todo por dormir apoyando la cabeza en tus manos. Tengo vacíos y puedes perderte en ellos cada que busques un espacio en silencio. Hay voces hablando en mi oído desde que tengo memoria, desde que empece a recordar; puedes tomarlas con los dedos y extenderlas, convertirlas en ovillos para tejer una colcha.
Tengo un presagio en la mano a precio de cambio y dibujo espirales jalando la cuerda de lo que conservo y rompo.
La mujer amputada se sienta a un lado mío y cada que noto sus vacíos recuerdo haberlo preguntado y tiemblo. No sé dónde perdí las mariposas. Un día me pinté de rojo y cayeron. Estos gusanos caídos me piden unas lágrimas para volar de nuevo, unas lágrimas para regenerarse; yo sólo puedo darles palabras, ahora.
¿Podré también yo disfrutar el baile desnudo o seré simplemente la que espera?
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