Así van bajo las copas de los árboles, sin entender bien qué pasa. Se mueven intransigentes de su rumbo, testarudos sobre la carretera que los lleva de vuelta. Se toman su tiempo, se llenan de calma pues la calma faltaba cuando el camino se veía lejos. Pero ahora el caucho se calienta al rodar por el pavimento, las vistas, antes estáticas, se convierten aun de noche en pantallas opuestas: el exterior en en interior, las filas de ventanas los ojos de la mosca. Máquinas que transportan gente de ideas. Y uno, uno solo espera.
Es extraño extrañar.
Sunday, July 8, 2012
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