Friday, June 3, 2011

Volpi

“La libertad de la ficción es siempre la medida de nuestra libertad individual.”

Esto dice Volpi al hablar de la ficción y el estudio del cerebro como espacio físico y psíquico para la creación de ideas, una manera de entender el yo y la conciencia que una vez me llevó a pensar que sería psiquiatra. Pero ahora que mis conocimientos en química se aplican sólo para sacar la grasa de los platos sucios (los comerciales no mienten, el jabón sin agua corta la grasa por los ingredientes del producto) y que intento de alguna manera ponerle orden a mi cabeza, esto me ha dejado pensando.

Hay dos salidas: la primera que puede tratarse de un espacio geográfico que delimita al escritor por sus reglas sociales y políticas; mientras una persona no sea libre para expresarse, mientras no tenga los medios para poder crear una ficción que sea aceptable dentro de su contexto, el fondo de sus ficciones llegará hasta el punto en que se le permita sin ser censurado por un tercero.

Sin embargo, la segunda lectura habla de un proceso más personal; mientras un autor no se permita ser libre dentro de sus temas, jamás podrá darle a su obra el espacio para crecer y desarrollarse. La libertad individual es la que nos permitimos a nosotros mismos, qué tan lejos podemos ir sin borrar lo propio por el miedo o culpa, porque alguien más lo leerá y lo llevará hacia nosotros. Mientras nos asuste vernos reflejados en el texto y ser juzgados por ello, no podremos ser honestos y las palabras siempre estarán huecas. De igual manera, al frenar un texto antes siquiera de que esté escrito, no hace más que dejar personajes planos y aburridos, encerrados en una caja transparente; están ahí para verse pero no pueden salir a vivir su propia historia.

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