Monday, May 24, 2010
Lleva el flequillo despeinado y nadie toma su mano. La arena le ha dejado una capa brillante en la piel. El viento sopla sin reparar en la piel de gallina. El cielo comienza a incendiarse poco a poco; el Sol no es el mismo aquí que allá. Besaría la lluvia pero de nada serviría; ya tiene los labios morados del frío y partidos por a sal del mar. La distancia mata. La lejanía condena. Sólo quedan las tiendas de discos y la nostalgia.
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