Wednesday, July 28, 2010

Sirenas

La Luna estaba roja y teníamos la piel manchada de dorado y negro. Los pies mojados debajo de la arena y la nostalgia vibrando en cuatro cuerdas. Te dije que de pequeña me daba miedo entrar al mar y convertirme en espuma. Me miraste con extrañes y entendí que no sabías de qué hablaba. Que lo disperso del comentario era falto de lógica y, por lo tanto, alejado de tu mundo. Que no lo comprendieras fue triste y maravilloso al mismo tiempo; descubrí entonces que el tipo de locura que rodeaba mis ideas era aún desconocida para ti. Que la enfermedad que me acosaba no te pertenecía y eso la hacía amigable. Tus brazos se acercaron a mi cuerpo. Y quise quererte más que nunca.

Thursday, July 15, 2010

Paredes blancas

De pequeña nunca me dejaron pintar en las paredes; yo las veía blancas y brillantes y sólo podía preguntarme cómo se verían llenas de colores. Imaginaba conejos saltando en el pasto y mariposas que volaban de flor en flor. Y de pronto el aire se llenaba de figuras y formas, tantas que no podía poner atención al mundo real; los cuernos de los unicornios brillaban más que la estrellas de gel fluorescente y las plumas desprendidas de los pájaros inundaban el piso. Entonces yo me subía a la silla y, como si fuera a caer en un colchón de flores que me sostendrían en contra de las leyes de la gravedad y el peso, brincaba.
Nunca me dejaron pintar las paredes, creo que mis padres tenían miedo que me perdiera en el universo de los colores y las cosas hechizas. Lo que no saben es que cuando se iban a dormir, yo cerraba la puerta hacia adentro del cuarto, medía la distancia entre los vértices de su sombra y dibujaba dentro. Y entonces me perdía igual, detrás de la puerta.

Tuesday, July 13, 2010

Del Mundial

¡España entera, se va de borrachera! Gritaban los chicos envueltos en banderas bicolores y leones naranjas. Las cornetas marcando himnos de alegría sin sentido acompañando a los tambores y al ruido de los autos. Después de casi hora y media, España ganó el mundial contra Holanda en un partido que nos tuvo a todos los interesados el borde del asiento. Llegaron los abrazos, la lluvia de cerveza y las calles se llenaron de gente celebrando; un botellón masivo en pleno centro de cualquier ciudad y pueblo. Los ancianos caminaban con una mezcla de miedo y euforia; todos sentían la misma emoción, desde los niños que ondean las banderas en sus carreolas a las chicas con cara y piernas marcadas con los nombres de los jugadores.

Cientos de telas abanicaron el aire y el Yo soy español, español, español, se escuchó en decenas de gargantas, el sentir del caos parecía mayor que el sentimiento de haber ganado. En medio del desorden tuve que recordar, varias veces, por qué todos gritaban. Si bien yo no soy española y no fue mi victoria, la compartí porque México y España son, de cierta forma, lo mismo. No sólo eso; la celebré porque la victoria es para todos nosotros mucho más que un gol.

La victoria de un evento como la Copa del Mundo, se ha convertido en ese punto cada cuatro años en que los países participantes tienen la oportunidad de demostrarle, al resto del mundo, que es posible ganar. Para países como el mío, ganar una Copa es un sueño al que el equipo se acerca siempre un poco, pero al que no llega nunca. Es ahí donde la equidad de los países con problemas se encuentra; llevarse la Copa es dar ese paso del Sí se puede, al Sí se pudo. Es demostrarle al resto que aún hay pelea en la gente de esa región y, para los ciudadanos, para los que vemos el partido gritando de pie en el rincón de un bar, que aún hay esperanza. Que todo es posible. No se celebran los goles; el regocije está en sentimiento de grandeza, de que no importan el desempleo ni las calles con baches porque, por lo los siguientes cuatro años, serán en los ojos de todos, los ganadores.

En medio de la calle, en el furor de los autos, la batucada y la gente, una mujer con aproximadamente siete meses de embarazo va con la playera en las costillas y la piel pintada de rojo y amarillo. Desde un coche gritan que ahí van los siguientes futbolistas. Ella contesta que serán dos. Ellos dicen, a punto de lágrimas y emoción, Casillas y Puyol.

Tuesday, July 6, 2010

Abrazos

Se le olvida que aquí no existen los abrazos. Que aquí la gente inventa aparatos que aplastan suavemente y pretenden que son brazos. Que aquí sólo los recibe y los envía por símbolos convertidos en códigos binarios. Que vienen de lejos y van cruzando el mar. Después de todo este tiempo, sigue sintiendo que las conversaciones están inconclusas y las despedidas son torpes y faltas de armonía. Que el broche de piel nunca se cierra y por eso, tampoco ningún día.